Cuando comienza a ponerse el sol, los viñedos de la Provenza se bañan en un tono rosado. Aquí es donde han decidido reunirse para esta cita, en el corazón de una naturaleza suave y apacible, en un momento en que la luz dorada transforma el paisaje en un cuadro de Van Gogh. El ...Cuando comienza a ponerse el sol, los viñedos de la Provenza se bañan en un tono rosado.
Aquí es donde han decidido reunirse para esta cita, en el corazón de una naturaleza suave y apacible, en un momento en que la luz dorada transforma el paisaje en un cuadro de Van Gogh. El tiempo es agradable, ya los olores de las viñas invaden las fosas nasales. El licor de grosella negra, las bayas rosas y la rosa se hacen eco inmediatamente del rosado que se está degustando.
El almizcle y el pachulí recuerdan la vegetación que le rodea, radiante al atardecer. Una primera cocreación entre un maestro perfumista, Carlos Benaim, y un maestro somelier, Manuel Peyrondet, que recrea las emociones que transmite un vino rosado de la Provenza.